Sobre mí

Mi historia

Tuve la suerte de nacer en una zona rural, rodeada de montañas, junto al lecho de un río. Cada mañana me despertaba con ese olor a naturaleza, a vida, a tierra . Bajaba una niña a jugar conmigo, hundía sus manos en la tierra, como un bebé que necesita tocar a su madre para sentirla, porque nuestro primer medio de comunicación, el primer vínculo a través del cual construimos el apego es el olfato y el tacto. Me encantaba oler a tierra mojada, la vida lo impregnaba todo.

Un día cambié el lugar dónde vivía para trasladarme a otro más industrializado. Allí mi ser se transforma, creatividad, cambio, crecimiento, todo ello contribuye a mi madurez. Pierdo parte de mis raíces, al mismo tiempo también me enriquezco, me compacto, aprendo más y me preparo para la vida. La transformación me domina.

Cuando siento que está llegando el final, el tiempo durante el cual puedo quebrarme, un fuego transformador lo cambia todo, me convierte en otro ser distinto al primero, con la sabiduría del primero, y la dureza de la vida transformada con cada uno de los elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire y fuego.

Ya no soy frágil. Alguien ha depositado en mí todas sus emociones, sus sentimientos, sus tensiones, pero también su curiosidad, su aprendizaje, su concentración, haciéndome bella.

Mi vida tiene muchas similitudes con la protagonista de la historia que acabas de leer. Eso sí, sin someterme al fuego transformador, aunque decidir emprender a los 50 podría compararse, ¿me quemará? Sin duda algún poso dejará en mí.
Como cualquier decisión en la vida, bien lo sabemos los que somos horóscopo libra, todo camino tiene una parte buena y otra no tanto. La positiva es que hacer un trabajo que te motive no tiene precio, pero como dice quien le gusta su trabajo “esto no es trabajar”. Y por contra, la negativa es que todo camino requiere un esfuerzo, hay momentos de ansiedad, falta de concentración y conflictos emocionales .
Pero soy como el barro hecho cerámica. He superado los golpes de la vida y consigo en mi madurez una confianza en mí que me lleva a comenzar otra etapa.
Un nuevo camino aparece delante de mí y quiero que tú me acompañes. Practicando esta artesanía milenaria cuyos beneficios sobre la mente y el cuerpo se equiparan con el yoga moderno, el mindfulness o la meditación, la necesidad de evasión de forma sana está cubierta. Se establece un diálogo interno entre materia y mente. Yo, en ocasiones, en mis horas de taller me digo: “Bienvenida al mejor encuentro del día, yo y mi yo interior”.

Me siento activa y concentrada cuando trabajo, me olvido de mi entorno directo, libero mis tensiones emocionales. Los problemas que se plantean cuando creo una obra a mí me encantan. Aprendo a resolverlos desde mi concentración y cuando creo una obra en la que he plasmado mi yo interior, me siento bien, muy bien.

Muevo mi cerebro, mis brazos y manos, para hacer mis piezas. Conforme amaso el barro, noto el cambio de estado y ese proceso me relaja; es un material que al principio requiere esfuerzo pero después se convierte en suave, blando y cálido. Al ser un material vivo, me siento en contacto con la naturaleza sin salir de casa, me relajo, es un alimento para mi alma. Cuando voy terminando la pieza, la disfruto, paso con ella el tiempo que sea necesario. Ese frágil barro del que te hablé se convierte en algo bello modelándolo con paciencia.